domingo, 20 de julio de 2008

Un ejemplo a imitar - España


Tengo tres perros, y cada uno arrastra una historia de maltrato y abandono. Hoy son felices. No obstante, sólo quiero presentarles a uno. O a una, para respetar el sexo. Aquí la tienen, es el amor hecho perra y se llama:
Kika.
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Se calcula que Kika nació en Agosto del 2001 o al menos eso imaginamos. Su raza no está totalmente concretada, aunque a ella le llena de orgullo saber que en su cartilla sanitaria -en el apartado correspondiente a la raza- pone "mastín".
Nada sabemos de su vida, hasta que con aproximadamente a los 4 ó 5 meses de vida, los responsables de un refugio la encontraron tirada en una cuneta, llena de heridas y casi devorada por la sarna. Todos creían que moriría, pero no fue así. Kika, demostrando unas enormes ganas de vivir luchó hasta recuperarse totalmente, al menos en apariencia.
Allí, se la llamó Francisca, en honor de la principal del refugio -el diminutivo "kika" se lo dimos nosotros, al considerar que Francisca era demasiado nombre para una perra de placeres tan sencillos como dormir sobre charcos.
Cuando tenía un año y algunos meses, en el refugio apareció un hombre que prometió darle un hogar, seguridad y -lo que más necesitaba-, comprensión y cariño. Pero no fue así. Unos cuantos meses después Kika estaba de vuelta en el refugio, con la piel carcomida por la sarna y prácticamente en los huesos. Allí, encerrada en su jaula estuvo algunos años. Hasta el 5-8-2004.
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En ese preciso día se cruzó en nuestras vidas. Fuimos al refugio a buscar una mascota, y encontramos una amiga. La llevamos a casa y allí conoció el que sería su hogar. No diré que resultó fácil. Había sufrido mucho y prácticamente no dejaba que nadie se acercara a ella. Fue necesaria mucha, mucha paciencia. En un principio sólo me podía acercar si iba a gatas, después de rodillas, más tarde inclinada, luego, de pié, así hasta que era ella misma la que se acercaba. Pasito a paso fue perdiendo el miedo. Ahora puedo usar una escoba y barrer alrededor de donde está tumbada, y ni siquiera amaga con levantarse. Lo primero que hace cuando me ve, es venir corriendo hacia mí -un encontronazo que alguna vez ha acabado con las dos en el suelo-. Creo que no es totalmente consciente de su tamaño, y a veces insiste en recibirme tirándose sobre mí como hacen los dos pequeños.

Ya no tiene miedo. Incluso muestra su genio cuando alguien se acerca a la puerta de casa, o toca la bocina más fuerte de lo normal -no quiere ni que se mueva una hoja sin su supervisión, pues sabe que su papel es muy importante; velar por la familia y el orden del hogar-, y jamás me deja abrir la puerta sola. No importa que sean las cuatro de la tarde y haga una calor sofocante. Ella se levanta, sale de su sombra y me acompaña, sin yo pedirle nada.
Por todo lo que es, por lo que me enseña y me transmite, sólo me resta decirle una cosa a aquellos que le hicieron daño:
-Lo siento. Siento mucho por ustedes que la hayáis perdido.
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Colaboración: Zara

http://creando-lluvia.blogspot.com/

2 comentarios:

Thiago dijo...

Ah! Olassss, Un texto que destila mucho cariño por una perra Kika que parece preciosa....

Un gran post de mi querida amiga Zara, que me ha llenado de ternura...¿qué sería de Kika sin su ángel de la guarda? Pero ella sabe ahora devolver amor.

Bezos

BIRA dijo...

Una historia preciosa y muy bien contada. Qué bien saber que después de tanto sufrimiento al fin la buena de Kika ha encontrado su sitio.

Te felicito, por varios motivos:
- por tener una amiga tan especial
- por tu escrito
- por tu infinita paciencia y tu saber hacer. Imagino lo duro que tuvo que ser al principio pero me alegra muchísimo que al final os hayais aceptado la una a la otra. y mira qué protectora te has echado!

Ha sido un placer leerte. Besos para ti, para Ricardo por traerte y un kilo de mimos gigantes para Kika!